Esta es la crónica de María Valera, siempre tan puntual con sus trabajos:
Salimos a las 8.30 aproximadamente de la explanada del cum, luego después de un largo viaje en autobús llegamos a la mina de Almadén, donde nos mostraron toda la mina junto a sus explicaciones, nos montaron a una bagoneta y pudimos ver la mina desde dentro y su característico y placentero olor a humedad.
A la salida de la mina nos fuimos a ver Sisapo y llegamos a un pueblo de diez habitantes.
En la parte de detrás del pueblo estaban unas columnatas romanas y restos de habitaciones como si hubiese sido en época romana una vivienda en una domus romana; también había restos de un anfiteatro y a los lados de las columnas y el anfiteatro había dos volcanes que ya estaban apagados y los agujeros tapados por el paso de los años. Era un paisaje lleno de cardos pero era hermoso y fue reconfortable poder ver aquella villa que seguía ahí por muy imposible que pareciese después de más de 1500 años.
Después fuimos a ver unas tumbas romanas situadas al otro lado del pueblo junto a la carretera y que nos mostraban que los romanos enterraban a los muertos junto a su vivienda y probablemente a su familia, ya que había nueve tumbas y se veían en forma de descendencia a muy pocos metros de un pozo.
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